La gestión eficiente y participativa del agua es clave para enfrentar los desafíos del cambio climático y garantizar el derecho humano al agua en Honduras.
Agua para la vida
En Honduras, el agua es un recurso tan vital como vulnerable. Sequías más largas, lluvias irregulares y fenómenos extremos como huracanes ponen en riesgo no solo la disponibilidad de agua, sino también su calidad y acceso equitativo. La Gestión Integrada de Recursos Hídricos (GIRH) ofrece un enfoque estratégico para enfrentar estos desafíos en un contexto de cambio climático creciente.
La GIRH propone administrar el recurso hídrico considerando simultáneamente el ciclo natural del agua, las necesidades humanas y los límites ecológicos. Esto significa planificar el uso del agua de forma coordinada entre sectores, territorios y niveles de gobierno, siempre con participación activa de las comunidades.
En el occidente de Honduras, varias cuencas hidrográficas ya están siendo gestionadas de forma integrada. Comités locales de agua, en conjunto con gobiernos municipales y técnicos, trabajan para proteger fuentes, regular usos y restaurar zonas de recarga hídrica. La reforestación de nacimientos, la cosecha de agua de lluvia y la educación ambiental son algunas de las acciones impulsadas.
Uno de los grandes problemas históricos ha sido la fragmentación institucional. El agua ha estado bajo múltiples jurisdicciones, con normativas superpuestas y falta de coordinación. La GIRH busca justamente superar eso, promoviendo marcos normativos coherentes, gestión descentralizada y plataformas de diálogo.
La participación comunitaria no es un detalle menor, es el corazón del proceso. Son las comunidades quienes conocen su territorio, quienes viven las consecuencias de la escasez o la contaminación, y quienes tienen capacidad real de proteger sus fuentes si reciben apoyo y formación.
Además, el acceso al agua está directamente ligado a la equidad. En muchas zonas rurales de Honduras, mujeres y niñas caminan largas distancias para conseguir agua. Implementar una gestión más eficiente y equitativa puede reducir esa carga, mejorar la salud y liberar tiempo para la educación y otras actividades productivas.
Frente al cambio climático, la resiliencia hídrica se convierte en un pilar de la adaptación. Invertir en infraestructura verde, como humedales artificiales o sistemas de infiltración, y fortalecer los acueductos rurales y urbanos, es tan importante como construir represas o plantas de tratamiento.
La GIRH también tiene que dialogar con la producción agrícola, la industria, la energía y el turismo. Cada sector depende del agua, pero también puede afectarla. Por eso, sentarse en la misma mesa, con datos claros, reglas justas y visión de largo plazo, es fundamental.
Para lograr avances reales, se necesita voluntad política, financiamiento sostenible y transparencia en la toma de decisiones. También es clave contar con datos actualizados y sistemas de monitoreo participativo que permitan anticipar crisis y actuar a tiempo.
El agua no es solo un recurso: es un derecho, un bien común y un eje articulador del desarrollo sostenible. Gestionarla de forma integrada es cuidar la vida, hoy y para las futuras generaciones.