La restauración ecológica no solo recupera paisajes, también protege comunidades frente a eventos extremos vinculados al cambio climático.
Restauracion de Ecosistemas
Honduras enfrenta desde hace años una creciente vulnerabilidad ante los impactos del cambio climático. Sequías prolongadas, inundaciones, degradación del suelo y pérdida de biodiversidad son algunas de las consecuencias visibles. Frente a esta situación, restaurar ecosistemas naturales emerge como una estrategia sólida de adaptación basada en la naturaleza.
La Adaptación Basada en Ecosistemas (EbA) propone utilizar la biodiversidad y los servicios que brindan los ecosistemas para ayudar a las personas a adaptarse a los efectos del cambio climático. No se trata solo de conservar lo que queda, sino de restaurar activamente zonas degradadas para que vuelvan a ofrecer funciones vitales: regulación hídrica, control de erosión, captura de carbono y protección ante fenómenos extremos.
Un claro ejemplo en el territorio hondureño lo encontramos en la cuenca del río Lempa. Gracias a iniciativas de reforestación con especies nativas y protección de fuentes de agua, comunidades rurales han mejorado su acceso al agua potable y disminuido el riesgo de inundaciones. Esta restauración no solo mejora el entorno natural, sino que también fortalece la economía local mediante actividades como la apicultura, el ecoturismo y la producción agroforestal.
Otro aspecto fundamental es el enfoque participativo. Los proyectos de EbA que involucran activamente a las comunidades locales —desde el diseño hasta la ejecución— tienen mayores probabilidades de éxito. La sabiduría ancestral, especialmente de pueblos indígenas y campesinos, es clave para identificar especies resilientes, prácticas sostenibles y zonas prioritarias de intervención.
En el marco de los compromisos internacionales, Honduras ha incorporado la EbA en su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC). Sin embargo, aún queda mucho por hacer para escalar estas prácticas a nivel nacional y garantizar su sostenibilidad a largo plazo. Es necesario mayor financiamiento, coordinación institucional y monitoreo riguroso.
En un contexto donde las soluciones grises (como diques o infraestructura dura) no siempre son viables ni suficientes, las soluciones basadas en la naturaleza ofrecen respuestas más integrales y adaptativas. La restauración de humedales, manglares, bosques y cuencas es una inversión en el presente y en el futuro.
Además de sus beneficios climáticos, la EbA contribuye al cumplimiento de múltiples Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como la reducción de la pobreza, la seguridad alimentaria, la igualdad de género y la salud.
Implementar este enfoque de manera transversal requiere voluntad política, formación técnica y campañas de sensibilización. También es esencial integrar la EbA en los marcos legales de ordenamiento territorial, manejo de cuencas y conservación de áreas protegidas.
En síntesis, restaurar ecosistemas no es solo una acción ambiental: es una apuesta estratégica para construir una Honduras más resiliente, equitativa y en armonía con su entorno.